En las áridas tierras del Campo de Cartagena, el silencio del amanecer ya no solo se rompe con el motor de un tractor, sino con el zumbido casi imperceptible de drones que escanean el terreno centímetro a centímetro. Lo que durante siglos fue una labor basada en la intuición y el sudor de generaciones, se está transformando en una coreografía de datos procesados en tiempo real. Aquí, el agua no se vierte; se calcula con precisión quirúrgica.
Esta transformación no es casual. La Región de Murcia ha dejado de ser simplemente la "Huerta de Europa" para convertirse en su cerebro tecnológico. Con la reciente celebración del Foro Datagri 2025, la región se ha consolidado como el epicentro mundial del Agrotech. Ya no se trata de plantar y esperar; se trata de más de 100 proyectos de I+D+i activos donde 370 investigadores colaboran con empresas locales para integrar Inteligencia Artificial en el surco.
El impacto es inmediato y medible. Gracias a sensores de humedad inteligentes y algoritmos de análisis predictivo, las explotaciones murcianas están logrando algo que parecía imposible en plena crisis climática: ahorrar hasta un 30% de agua y un 20% de fertilizantes, manteniendo —e incluso aumentando— la productividad. "Antes regábamos por instinto; ahora lo hacemos con datos", afirman los técnicos de las cooperativas de Torre-Pacheco, quienes ven cómo sus móviles reciben alertas sobre cuándo y cuánto regar exactamente.
Pero la ambición de Murcia va más allá del ahorro. La región ya lidera la exportación nacional de sistemas de riego, con uno de cada tres euros que España vende al exterior en esta tecnología saliendo directamente de suelo murciano. Desde la creación de "biofactorías rurales" que transforman restos de poda en energía, hasta el uso de visión artificial para clasificar frutas con robots, Murcia está exportando al mundo un modelo de supervivencia: la agricultura que no solo consume recursos, sino que los gestiona como el activo más valioso del siglo XXI.